Se conoce como el “efecto ikea” al resultado que se produce cuando valoramos mucho más un determinado producto cuando hemos participado en su elaboración.


Es lo que ocurre cuando compramos un mueble que requiere de un ensamblado antes de estar terminado. Convertir en un mueble útil una caja de piezas y tornillos provoca una sensación de satisfacción y reconocimiento que nos induce un mayor bienestar y autoestima.

 En los ambientes de trabajo se produce un efecto similar cuando los colaboradores participan en los procesos destinados a crear nuevos productos, servicios o lograr metas. El trabajo colaborativo exitoso conduce a un compromiso que nos aumenta la autoestima laboral ayudándonos a sentirnos más realizados y competentes. 

La transformación de un simple trabajo a “amor por el trabajo” se produce cuando un trabajador en una empresa se motiva en las iniciativas que pueda sentir como propias y donde participa claramente en su conceptualización y elaboración. Sentirse parte de un resultado exitoso genera un compromiso para que los colaboradores compartan todas tareas de la empresa y se comprometan con las metas de la organización. En contrario, si los resultados del trabajo no son exitosos o no son reconocidos, el compromiso se disipa y el esfuerzo disminuye.

Los psicólogos motivacionales reconocen la existencia de un sesgo cognoscitivo relacionado con la autosuficiencia y la propia capacidad para superar con éxito los desafíos. Superar obstáculos influye positivamente en nuestra vida, incrementa la fortaleza frente a las adversidades y aumenta la resistencia a las tensiones propias de la sociedad moderna. En otras palabras, terminar de armar el mueble, observarlo orgulloso, nos hace sentirnos más competentes y capaces.

Por supuesto, es más complejo tener éxito en un equipo de trabajo que armando un mueble que dispone de un manual de instrucciones. Sin embargo, lo que enseña la analogía, es que el enfoque a aplicar para que se presente el efecto Ikea consiste en separar una meta compleja en partes más pequeñas e involucrar a los actores o beneficiarios. Lo mismo que las instrucciones de los manuales que van definiendo los pasos a cumplir y que hay que terminar antes de avanzar al siguiente.

Para que sea posible, un determinado proyecto debe ser conceptualizado en etapas factibles de evaluar y concluir. Al dividir estas tareas se pueden asignar labores a equipos, pares o grupos que deben ir cumpliendo metas concretas respecto de todo el proyecto para ensamblar esos resultados pequeños dentro un plan coherente y estructurado.  Incluso, participar en cómo se organizan las etapas y en los resultados, refuerza el compromiso.

La revisión permanente de avances y el reconocimiento a los colaboradores que terminan sus tareas es equivalente a revisar que no sobro ninguna pieza o tornillo y que la sección del mueble está terminada para pasar a la etapa siguiente. 

El compromiso de todos los trabajadores en una empresa es uno de los objetivos más complejos de obtener y a veces es fundamental para el éxito de una organización. Aplicar el “efecto Ikea” es una forma de conseguir mayores niveles de esfuerzo y compromiso con las metas empresariales y que los colaboradores se sientan satisfechos con sus labores.

Carlos Ramos Ph.D

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