Los países desarrollados acordaron movilizar un fondo de $100 mil millones cada año a partir de 2020.
Se requieren esfuerzos mayores para lograr la disminución en el nivel de emisiones y conseguir que la temperatura del planeta no incremente en dos grados de temperatura promedio. La cumbre de Paris estableció este objetivo como meta.
El Protocolo de Kioto se consideró un fracaso respecto de las emisiones porque aunque estableció metas obligatorias individuales a cada país, solo cubrió el 11% de las emisiones mundiales. Ahora se le da vuelta al proceso y los representantes de cada nación involucrada reconocen que el problema del cambio climático existe y que el incremento de la temperatura es responsabilidad del hombre. “El acuerdo no es perfecto, pero eso no nos ha impedido dar un paso histórico”, expresó Xie Zhenhua, vicepresidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma China.
De los 195 países que participaron en la Cumbre de París, 187 presentaron sus programas nacionales. Los que firmen y ratifiquen el Acuerdo deben contribuir con las limitaciones de gases y someterse a los mecanismos de revisión al alza de los compromisos cada cinco años, así como inventarios y herramientas de transparencia para intentar que el control sea lo más efectivo posible.
Nicaragua, uno de los ocho países que junto a Panamá no han presentado su plan para la reducción de emisiones, dejó claro que no admitiría el acuerdo porque evita la reclamación de indemnizaciones en el futuro a causa de los daños originados por el calentamiento.
INVOLUCRAMIENTO DE LAS EMPRESAS
Los países desarrollados deberán movilizar un fondo de $100 mil millones cada año a partir del año 2020 con revisión al alza en 2025. No obstante, los emergentes podrán aportar voluntariamente. Los recursos serán destinados a los Estados que menos tienen para adaptarse al cambio climático y puedan crecer económicamente, pero con bajas emisiones de dióxido de carbono.
Fuentes del Consejo Mundial de los Negocios para el Desarrollo Sostenible, que incluye a más de 150 empresas multinacionales, considera que el Acuerdo de París es positivo porque se pondrán en práctica nuevas iniciativas en diversos sectores, como el agrícola, financiero y entre ciudades, empresas y ciudadanos.
“Para las empresas el texto es muy positivo porque da una señal muy clara a la inversión a largo plazo con un objetivo muy ambicioso de 2 grados e incluso bajando a 1,5 grados”, señala.
Algunas promesas del sector privado empresarial que marcaron la reunión previa de la sesión 21 de la Conferencia fueron la descarbonización por un valor de $100 mil millones por año y prometieron informar sobre la huella de carbono en inversiones por $500 mil millones.
Los bancos comerciales se comprometieron con un financiamiento de $30 mil millones mediante la emisión de bonos verdes y otros instrumentos financieros innovadores. Mientras, el sector asegurador prometió doblar sus inversiones verdes hasta $84 mil millones y anunciaron que para el año 2020 multiplicarán por diez el monto actual.
Un grupo de países desarrollados aseguró que financiarían con $2 mil millones programas de adaptación en países en desarrollo. En tanto, las naciones en vías de desarrollo hacen esfuerzos en la capitalización del Fondo Verde del Clima, prometiendo varios miles de millones de dólares.
También, tres grandes fondos de pensiones de Norteamérica y Europa dijeron que aumentarían sus inversiones bajas en carbono hasta más de $31 mil millones para el año 2020.
POSTURA CENTROAMERICANA
Por su parte, el sector privado empresarial de Centroamérica apoyó las posturas adoptadas en el Consejo de Ministros de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo en torno al Acuerdo. Se consideró que debía ser sustantivo, justo y basado en la equidad y responsabilidades históricas, incluyendo la mitigación, adaptación, desarrollo y transferencia de tecnología, construcción de capacidades y la transparencia en la acción y el apoyo.
Se destacó la necesidad urgente de que los países desarrollados cumplan plenamente sus compromisos de financiamiento, desarrollo o transferencia de tecnología y construcción de capacidades a favor de los países en desarrollo, garantizando que estos recursos financieros sean nuevos, adicionales, predecibles, accesibles, adecuados y no condicionados.
Procuraron que se le diera importancia a la seguridad alimentaria, así como de la adaptación a los efectos adversos del cambio climático que afectan la producción y distribución de alimentos, la agricultura, la ganadería y la pesca, de manera que estas actividades no se vean amenazadas.
Un aspecto no menor fue vigilar que no se generaran barreras al comercio internacional de estos bienes.
También se reconoció la relevancia del programa REDD+ (reducción de emisiones de carbono causadas por la deforestación y la degradación de los bosques) como compensación por los procesos de protección, conservación, restauración y manejo integral de los diferentes ecosistemas y paisajes, incluyendo los co-beneficios generados.
Finalmente, quizás uno de los aspectos importantes de la Cumbre respecto del involucramiento del sector privado es que los acuerdos permeabilizaron a algunas empresas a aumentar o concretar compromisos al respecto.
En Centroamérica, las redes de responsabilidad social empresarial habían concentrado esfuerzo en el fortalecimiento de iniciativas ligadas al desarrollo social, la educación y la salud principalmente.
La Cumbre de París impulsa, fortalece y reconoce el mérito de aquellas empresas que estaban dedicando esfuerzos e inversiones a la protección del medio ambiente y a reducir los efectos del cambio climático.