Febrero 2017 | Edición No.10


AUMENTANDO LA INCERTIDUMBRE

El principio fundamental de la economía es la escasez de recursos para responder adecuadamente a las constantes necesidades y cambiantes aspiraciones humanas. Son las personas quienes ejerciendo sus actividades reaccionan frente a los incentivos buscando su bienestar. Leyes que imponen, pretenden modificar o moralizarlos, comportamientos personales y sociales, causan más problemas que beneficios y, generalmente, distorsionan los mercados, los estancan o los ilegalizan. Imponer agendas políticas o legislativas –por muy bien intencionadas que sean- desconociendo las reglas del funcionamiento de la economía- empobrece a su gente, tensiona a la sociedad y estrangula la actividad económica, como se observa claramente en Venezuela.

Lejos de ese extremo se encuentra la mayoría de los países de la región. Sin embargo, es frecuente observar la falta de consideración de los efectos de decisiones, iniciativas políticas o gubernamentales que van por caminos completamente separados de la racionalidad económica.

Sabemos que modificar sin consensos las reglas del juego político causa incertidumbre, que aumentar la recaudación de impuestos a mayor tasa que el crecimiento de producto interno bruto estanca la economía, que subir los salarios sobre los indicadores de inflación y productividad provoca despidos, que toda deuda causa intereses y que el sobreendeudamiento, aunque sea para carreteras, será pagado con mayores tributos.

Conocemos que la mayoría de las empresas de gestión estatal –con pocas excepciones- pierden dinero, que se pagan menos los préstamos de bancos estatales que privados, que las obras que contratan los Gobiernos y las municipalidades son más caras que las adquiridas por particulares; que los subsidios generales, a menos que sean con beneficiario conocido son regresivos; que cambiar constantemente leyes no cambia realidades.

Sabemos que una economía sana es indispensable para que las sociedades sean más justas y progresen y que las tasas actuales aunque positivas son insuficientes para sostener el crecimiento de la población y proveer de empleo y servicios básicos.

La región cuenta con múltiples recursos: disponibilidad de mano de obra, cercanía con Estados Unidos, infraestructura de transporte, empresarios calificados y exitosos, bioclima y diversidad benigna con la actividad humana, profesionales competentes, costos razonables, conocimientos y capacidad de aprendizaje y aún así se crece lentamente.

¿Qué se requiere entonces? aumentar la confianza: disminuir la incertidumbre derivada de la acción de los gobiernos y procesos legislativos que causan innecesaria ansiedad a empresarios, emprendedores y personas. La falta de confianza en el futuro, los mensajes contradictorios, las amenazas públicas, las decisiones autoritarias, la falta de transparencia, la violencia, la pérdida de garantías jurídicas y la falta de articulación de consensos sobre los grandes temas de cada país, siembran desconfianza. El mensaje es claro. Evitar la incertidumbre económica motivada por la agenda política.

Se proyecta un 2017 con una dosis de mayor incertidumbre importada de la decisión del pueblo americano de elegir un gobernante impredecible y cambiante. Analizamos en esta edición lo que se ha llamado “el riesgo Trump”, diversos enfoques para entender este cisne negro de la política mundial que indudablemente afectará a Estados Unidos, a Centroamérica y al mundo.

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