Riesgo Pais

La calidad crediticia del Gobierno, el riesgo cambiario y los marcos regulatorios. No hay relación entre la calificación técnica y los aspectos comerciales de una evaluación. El entorno de un país se traslada a la nota de una compañía.


Una calificación de riesgo es un análisis detallado sobre la capacidad de una entidad para cumplir con sus obligaciones financieras y contractuales. Se pretende medir la fortaleza financiera integral de las instituciones calificadas analizando su comportamiento, el mercado, la competencia y el ambiente que puede afectar a la organización.

La nota puede ser sobre la capacidad de pago de créditos, emisiones de deuda, bonos o incluso el cumplimiento de sus contratos como ocurre con las pólizas de seguros en caso de siniestros u obligaciones de contraparte.

Dentro de ese contexto, el riesgo país es un factor muy influyente en las evaluaciones, afirma María José Arango, directora asociada de Fitch Rating en Centroamérica, agencia que lidera el índice de cobertura en la región.  Un 56,6% de las empresas que han recibido calificaciones públicas han sido analizadas por los especialistas de la empresa.

El riesgo país es el riesgo de una inversión económica en relación con factores específicos y comunes a un cierto país. Mide en el tono político, económico, social, seguridad pública, impuestos, fortaleza institucional, estabilidad gubernamental, entre múltiples variables.

También se puede entender como la eventualidad de que un estado soberano se vea imposibilitado o incapacitado de cumplir con sus obligaciones con algún agente extranjero por razones fuera de los riesgos usuales que surgen de cualquier relación crediticia.

“Al emitir una calificación de riesgo sobre un emisor (empresa), se evalúa directamente el perfil crediticio de dicha entidad. No obstante, incide de manera directa el entorno bajo el cual esta entidad opera; es decir, las condiciones de su industria o sector, así como el entorno del país, condiciones que deben estar incorporadas en la nota asignada”, explica Arango.

Las calificaciones pueden aplicarse también a emisiones u obligaciones que estas compañías emiten, como el financiamiento estructurado respaldado por cuentas por cobrar y otros tipos de activos financieros.

Las notas emitidas en escala nacional son comparables únicamente con riesgos emitidos en esa misma escala. Son utilizadas para satisfacer las necesidades de los mercados locales. Las calificaciones otorgadas en escala internacional permiten una comparación con entidades en diferentes entornos y países, aclara la ejecutiva.

Ejemplifica que para el análisis del entorno económico en que operan las compañías de seguros, Fitch utiliza en primera instancia las calificaciones de riesgo soberano asignadas.

“El entorno macroeconómico puede afectar directamente la calidad crediticia de las compañías de dicho país. El entorno soberano afecta las calificaciones de varias formas, algunas que podrían estar relacionadas a la calidad crediticia del Gobierno y otras a estabilidad financiera, riesgo cambiario y marco regulatorio”, enfatiza.

Entonces, la nota se basa en el análisis dinámico de una serie de factores cualitativos y cuantitativos. Se considera el desempeño histórico, situación actual y tendencias, así como la posición relativa de la empresa en el sector.

Más factores

“Los lineamientos en la metodología son de forma deliberada, muy generales, precisamente porque el proceso es dinámico y cada emisor posee características particulares que no pueden ser capturadas por medio de un enfoque muy rígido o parametrizado. El proceso está sujeto a la particularidad de cada entidad evaluada y éste interviene con elementos cuantitativos y cualitativos”.

Para María José Arango, una importante consideración en los análisis es observar la capacidad de cada institución para responder y desenvolverse en un entorno cambiante. “En este sentido, es muy importante conocer en detalle las regulaciones que se han desarrollado sobre el sector asegurador y afianzador nacional, con el objetivo de considerar todos los cambios que puedan afectar a las instituciones en forma individual”.

Luis Manuel Martínez, director sénior de ratings corporativos de la calificadora Standard & Poor’s (S&P), coincide en que el riesgo país es un factor que se toma en consideración a la hora de calificar las compañías. “Sin duda que puede limitar la calificación crediticia de una empresa; pero para la capacidad o expectativas de crecimiento, diría que no necesariamente”, expone.

El experto admite también que hay factores externos que pueden afectar y que no son controlados por las empresas, como los riesgos en la industria. “Una compañía puede controlar su perfil de riesgo financiero, su estructura de capital, y específicamente en cierta medida la rentabilidad del negocio; pero no los riesgos del sector”.

No obstante, también pueden tener algunas fuentes específicas de liquidez y controlar el grado de institucionalidad de la estructura organizacional.

“Hay industrias que tienen quizás una mayor predictibilidad o estabilidad en flujos de efectivos. Hay otras que son más volátiles. Entonces, dependiendo de eso hacemos una diferenciación en cuanto al riesgo. Medimos el riesgo de cada compañía donde evaluamos su posición competitiva dentro de la industria en que participa”.

Independencia

Tanto Fitch Ratings como S&P aseguran que sus equipos de análisis y comerciales trabajan de forma separada. En el caso de Fitch, María José Arango comenta que hay un grupo responsable de administrar los aspectos comerciales de las relaciones del emisor.

“La política de Fitch es que todas las discusiones con los emisores e intermediarios sobre honorarios de calificación y asuntos comerciales sean manejadas exclusivamente por su equipo de Business and Relationship Management (BRM). Además, de igual forma, las referencias a cualquier aspecto comercial de la relación de Fitch con los emisores no son permitidas durante las discusiones analíticas”, indica.

En el caso de S&P, Luis Manuel Martínez explica que el equipo analítico que labora directamente con los emisores en ningún momento interviene con las negociaciones comerciales.

“Eso lo hace un equipo con el que tenemos barreras no nada más de estructuras internas, sino incluso físicas. No interactuamos con el equipo que se encarga de la parte comercial”, concluye.

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