Una calificación de riesgo positiva amplía la disponibilidad de fuentes de financiamiento.


Una calificación crediticia con nota “A” constituye una garantía de la capacidad de pago y cumplimiento de una organización. Implica confianza, seguridad y estabilidad en su evolución como empresa o entidad.

En años recientes, las calificaciones de riesgo se han vuelto más necesarias para otorgar confiabilidad en las instituciones y se espera sean de carácter obligatorio para las entidades financieras, de seguros y para los emisores directos de deuda de los mercados financieros.

Erick Campos, director ejecutivo de Fitch Centroamérica señala que una “calificación de riesgo es una opinión sobre la capacidad de una entidad para pagar sus obligaciones financieras”. A esa capacidad se le conoce como calidad crediticia. Advierte que “las calificaciones crediticias no reflejan directamente otros tipos de riesgo, tales como el riesgo de mercado. No deben ser interpretadas como una recomendación para comprar o vender un determinado valor, ni tampoco representan una garantía de que una obligación financiera será repagada con absoluta certeza.”

Las calificaciones son aplicadas a los instrumentos de deuda que emiten las empresas, bancos, gobiernos, así como vehículos de propósito especial. Es por eso que “los indicadores analizados dependen del modelo analítico o metodología que aplique a la entidad sujeta a la calificación”, refiere Campos.

ENTIDADES QUE SE CALIFICAN

Diversos motivos pueden influir en la decisión de una empresa para calificarse. Las entidades que buscan financiamiento en los mercados de capitales a nivel internacional se examinan porque éstas calificaciones son requeridas y utilizadas por los inversionistas como un insumo respecto de una decisión de inversión, al brindar un punto de vista alternativo a su propio análisis.

En cambio, en mercados menos desarrollados, la calificación es un requisito regulatorio para las entidades que buscan realizar emisiones de deuda a través de los mercados de colocación de recursos locales. En algunos casos, los consejos de administración buscan una calificación para contar con un elemento diferenciador en materia de transparencia y confiabilidad sobre la entidad. Adicionalmente, algunas empresas realizan calificaciones de naturaleza privada para comprender el proceso y exigencias de una calificación con suficiente anticipación. El propósito es realizar los cambios a los procesos de gobernanza requeridos para obtener las calificaciones requeridas para realizar una exitosa emisión de deuda en el futuro.

Explica Campos que las empresas de Centroamérica que más se califican son las instituciones financieras, debido a que “por su naturaleza captan recursos de terceros y han tenido mayor presencia en la colocación de instrumentos de deuda tanto en los mercados locales como internacionales”. Resalta que, aunque en la región las empresas de seguros no son emisores de valores, la agencia asigna calificaciones a una cantidad importante de aseguradoras. “A partir del 2018, se espera un crecimiento en el número de entidades no financieras que se califican en Panamá dado que recientemente se ha establecido en este país el requerimiento obligatorio de calificación en escala local para los instrumentos de deuda.”

Holcim Costa Rica y el Aeropuerto Internacional de Tocumen son dos empresas de la región que han sido calificadas por agencias calificadoras como Fitch Ratings, Standard & Poor’s y Pacific Credit Rating.

Jorge Portuguez, Gerente de Finanzas de Holcim Costa Rica comenta que las razones por las que la empresa decidió calificarse “se fundamentan en la Ley Reguladora del Mercado de Valores, la cual establece que todas las emisiones de valores de deuda emitidas en serie e inscritas en el Registro Nacional de Valores e Intermediarios deberán ser objeto de calificación por parte de una sociedad calificadora de riesgo”.

En el 2014, la Superintendencia General de Valores autorizó a la empresa un Programa de Emisiones de Bonos por un monto de 40.000 millones de colones para emitir en colones o en dólares americanos. Del mismo programa se han realizado diversas emisiones monetarias. Esto hizo “necesario tener una calificación de riesgo que no solamente permita cumplir con la regulación local, sino también demostrar la solidez financiera de la compañía y su generación de flujo de efectivo operacional”, comenta Portuguez.

Similarmente, Temístocles Rosas, Vicepresidente de Administración y Finanzas del Aeropuerto Internacional de Tocumen, comenta que la calificación es indispensable para la organización ya que están en vigencia dos emisiones de bonos: una de US$650 millones con vencimiento en el 2023, y otra de US$575 millones al 2036.

CALIFICACIÓN NACIONAL VRS GLOBAL

Las agencias calificadoras pueden emitir calificaciones en escalas locales aplicables distintivamente a cada país, o en escala global. “Fitch Ratings utiliza los mismos criterios analíticos para asignar calificaciones en escala nacional y calificaciones en escala internacional. Sin embargo, las calificaciones en escala nacional no son directamente comparables con las internacionales”, comenta Erick Campos.

“Las calificaciones en escala nacional son una medida de riesgo crédito relativo de una entidad dentro del universo de emisores y emisiones en un mismo país e incluyen un sufijo de tres letras que indica el país para el cual se asigna la calificación. Las calificaciones en escala nacional se asignan bajo la premisa que el mejor riesgo de un país se puede calificar AAA(xxx) en la escala local. Por esta misma razón, las calificaciones en escala local tampoco son comparables entre países. Por ejemplo, una calificación local AAA(slv) no es comparable con una calificación AAA(pan).”

En contraste, “las calificaciones en escala internacional son una medida de riesgo relativo de un emisor en escala global de calificación”, refiere.

Esta categorización de las emisiones de naturaleza nacional se desarrolló debido al peso que el “riesgo país” posee sobre una determinada nota de calificación. Especialmente en los países en vías de desarrollo, sus condiciones socio económicas empujan las calificaciones de empresas sólidas a niveles inferiores. En este enfoque la aplicación de una metodología, que considere y aísle esos factores, y los evalúe comparativamente en el entorno en que opera la empresa, permite calificaciones aceptables para los mercados locales.

IMPACTO DEL RIESGO SOBERANO

Erick Campos refiere que “en el contexto de las calificaciones internacionales, la calificación del riesgo soberano actúa como un techo o una referencia para el resto de las calificaciones internacionales que se asignan a entidades o instrumentos de dicho país. Lo anterior se explica por el hecho de que deterioros importantes en el nivel de riesgo o incluso default del riesgo soberano puede traer impactos adversos de distinta índole sobre la economía de un país. En otras palabras, el deterioro en su nivel de riesgo provocará una desmejora en el ambiente operativo que impactará en mayor o menor grado a todos los emisores del país.”

EL VALOR DE UNA CALIFICACIÓN DE RIESGO

“La calificación de riesgo nos aporta credibilidad ante los inversionistas a la hora de realizar una emisión monetaria en el mercado público, brindado certeza, seguridad y confianza”, dice Portuguez. No es una garantía, pero sí una razonable certeza de un comportamiento y condiciones que permiten el repago de las deudas contraídas.

Una calificación de riesgo favorable “permite la posibilidad de diversificar el riesgo del crédito, ya que no se depende exclusivamente de instituciones financieras para el financiamiento de la compañía. En ese sentido se tiene un instrumento financiero adicional para direccionar la estrategia financiera de la empresa.” Asimismo, Portuguez considera que “se puede obtener una mejor negociación en las tasas de interés a la hora de realizar una emisión monetaria. Finalmente, permite obtener tazas para el financiamiento de corto plazo con las instituciones financieras significativamente menores al promedio de la industria”.

En Panamá, Rosas coincide en que una calificación favorable tiene como resultado un mejor acceso al crédito y una cotización sobre par de sus bonos.

En términos generales, los expertos coinciden, como lo señala Campos, que “una mejor calificación de riesgo amplía el universo de posibilidades de financiamiento al que puede acceder una entidad y mejora el costo al que puede acceder a los recursos.”

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