Victor Umaña

Victor Umaña

Director de CLACDS de INCAE Business School


2016 presenta un panorama heterogéneo para Centroamérica en términos de crecimiento económico. Panamá seguirá siendo el país de mejor desempeño, pero aumentará su PIB en 6%. Luego se ubican Nicaragua; Guatemala, con tasas de crecimiento entre 4% y 5%, y posteriormente Costa Rica, Honduras y El Salvador, con tasas cercanas o menores al 3%.

La buena noticia para la región, al ser un importador neto de productos básicos, es que la caída de los precios continuará mejorando sus términos de intercambio.  De esta forma, las tasas de crecimiento contrastan positivamente con las del resto de Latinoamérica, donde el bajo precio de los commodities ha supuesto un golpe muy duro a sus economías.

Sin embargo, las causas estructurales del desempeño económico modesto de la mayoría de los países persisten. El crecimiento económico registrado desde 1980 por los países del triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras) ha sido insuficiente para cerrar las brechas de ingreso por habitante con el resto del mundo. En términos reales, el PIB per cápita del mundo creció 59% de 1980 a 2014, mientras que en el caso de El Salvador el crecimiento fue de 50%, de Honduras de cerca de 30% y Guatemala de apenas un 15%.

Durante 15 años, el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible de Incae ha evaluado el desempeño competitivo y sostenible de Centroamérica, y cuando se consulta a los empresarios cuáles son los tres principales problemas para la competitividad, consistentemente señalan la burocracia, la corrupción y la inseguridad.

Para los empresarios centroamericanos, los principales problemas para la competitividad son la burocracia, la corrupción y la inseguridad. Los tres parecen señalar a la institucionalidad. El sistema institucional actual no responde a las necesidades de la población o lo hace de manera incompleta.

Estos problemas parecen señalar el mismo reto: la institucionalidad. El sistema institucional actual no responde a las necesidades de la población o lo hace de manera incompleta. La falta de legitimidad de algunos actores del sistema, así como de interlocutores que puedan dialogar y construir rutas comunes, conduce cada vez más hacia una ingobernabilidad, en la que los diferentes grupos de interés velan por sus beneficios o disputan el poder al Estado.

En el campo económico y de competitividad, la región enfrenta una serie de desafíos. Las diferencias con el resto del mundo se amplían, y las debilidades en la formación de capital humano, así como las brechas tecnológicas y de innovación, hacen que el panorama se vea ‘nublado’ en el mejor de los casos.

En el aspecto ambiental, la región se beneficia de una rica biodiversidad; sin embargo, el manejo de estos recursos es débil y de poca importancia en las agendas políticas, por lo que corremos el riesgo de perder este capital ambiental.

También la tasa de crecimiento de la población ha disminuido y la región está desaprovechando el bono demográfico, fuente de crecimiento y desarrollo en otras latitudes.

En este contexto, quizás una de las noticias más importantes para 2016 es que el gobierno de los Estados Unidos ha propuesto un programa integral de ayuda a Centroamérica, y en particular a los países del triángulo norte, para que mejoren su competitividad y progreso social, para evitar las amenazas relacionadas con el crimen, la violencia y el desplazamiento de poblaciones. Este programa, de alrededor de US$ 500 millones, podría representar un importante empujón para resolver parte de la problemática citada. Para ello es fundamental que haya una visión compartida por los gobiernos y el sector privado en cuanto a lo que se debe hacer.

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